Exclusivo
Actualidad
¡Que el billete no sea lío para vencer el cáncer!
Juan Murillo necesita pastillas de más de tres 'lucas' para afrontar su enfermedad. No tiene recursos suficientes para adquirirlas.
La mayor ilusión de Juan Álvaro Murillo Bejarano es que le firmen una autorización. Su salud está en juego, así de simple. Su mejoría depende de que el Ministerio de Salud Pública (MSP) le cubra el valor de unas pastillas caras con las que ‘frentea’ al cáncer.
Está iniciando el trámite y la espera de una respuesta es agotadora. Pero no es lo único que le quita el aliento. Sus días pasan entre idas frecuentes al médico, intentos por lograr trabajar más de tres horas seguidas desde casa sin sentirse molido del cansancio, y ansias de acercarse más a Dios, uno de sus sosiegos en tiempos duros.
En esta batalla lo acompaña su esposa, Sara Coronel. Ella le toma la mano y le da fuerzas. Lo motiva con ternura. Entre ambos hay un vínculo más allá del afecto. Son un matrimonio apenas nacido en marzo de 2021, pero por la incondicionalidad que se demuestran parece que llevaran años.
El primer episodio tormentoso para Juan empezó en 2017. Le detectaron un melanoma; es decir, un tumor de las células pigmentarias que contienen la melanina. Aquel cuerpo extraño pudo ser extirpado al poco tiempo y su vida transcurrió aparentemente normal.
REVIVIÓ LA PESADILLA
En julio de este año otro diagnóstico adverso se hizo presente. Le hallaron un tumor testicular. En agosto se lo retiraron a través de una intervención quirúrgica, pero un mes después se le empezó a hinchar el cuerpo.
Ante esa alarmante señal nuevamente recurrió a consulta. Y las noticias impactantes no paraban: los estudios revelaron que padece un cáncer metastásico en fase 4 (muy avanzado).
“Me atacó a toda la parte del pecho, me inflamó las glándulas. En el cuello era donde más se me notaba. Se hizo enorme y se me brotaban como unas bolas”, describe.
El galeno fue sincero con él. Le dijo que su cuadro era muy complicado y que no le iban a surtir mayor efecto las quimioterapias. Entonces le sugirió el tratamiento con inmunoterapia, que consiste en ingerir pastillas que atacan directamente los puntos afectados.
El efecto de la medicación empezó a notarse. De tener el cuello tan inflamado al punto de no poder tragar, después pudo comer sin lío.
Pese a su evolución, el inconveniente es que debe consumir las pastillas indefinidamente y no son baratas.
COSTO LO LIMITA
Unas son las Zelboraf. La caja viene con 56 comprimidos y vale 3.215,52 dólares. Debe tomar ocho al día. Eso significa que le duran una semana.
El otro juego de pastillas, las Cotellic, son difíciles de conseguir. Juan y su familia quisieron traerlas del exterior, pero cada caja les salía por unos $10.000. Por suerte, el laboratorio que las vende aquí se las obsequia por la compra de las Zelboraf. El dilema es que, a pesar de esa ayuda, no tienen el suficiente dinero.
Según explican Juan y su esposa, la Sociedad de Lucha Contra el Cáncer (Solca), donde él se hace atender, le brindará la medicina gratuitamente durante un mes y medio. Por eso buscan que el MSP haga un convenio con el laboratorio para que continúe con la medicina luego de que finalice ese período.