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Los bates los usan para darle a los pillos y a los infieles
En Guayaquil se comercializan estos implementos deportivos, que serían el ‘arma’ de algunos ciudadanos ante la delincuencia. Los venden en $ 12, pero se puede negociar
Ángel Pinargote no es pícher (jugador encargado de arrojar la pelota al bateador); sin embargo, se ‘lanza’ a las calles del norte de Guayaquil a vender bates metálicos de béisbol. Los comercializa desde hace unos seis meses.
Afirma que mucha gente ha comprado uno, y quienes más los adquieren son hombres. Al día vende de 3 a 5 bates, ya que con este objeto sus clientes aspiran a darle un jonrón a la delincuencia.
Sus productos vienen numerados: el 25 es el más pequeño y mide casi un metro. Según el comerciante, este es el preferido, pues considera que es el más manejable a la hora de darle su ‘tatequieto’ a cualquier ‘mano fina’. Su valor, 12 ‘latas’ mínimo.
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Sostiene que la gente está cansada de ser víctima de los ‘choros’, por eso ahora busca defenderse; para algunos un bate es su ‘cañón’, ahora que se ha dado vía al porte de armas de fuego.
En Guayaquil ya están vendiendo bates en los semáforos (9 de Octubre y Quito). “Para la delincuencia, jefe” dice el caballero vendedor. pic.twitter.com/vGs4vJyEMZ
— Bryan Andrade Álvarez (@BryanAndradeA_) March 13, 2023
“Para la delincuencia, jefe”, fue la frase que llamó la atención del ciudadano Bryan Andrade Álvarez, quien escuchó estas particulares palabras de un vendedor que los ofertaba en las calles 9 de Octubre y Quito, centro porteño.
Ricardo, otro comerciante, señala que al día expende unos 3 o 4 bates, a 12 dólares la unidad, aunque dice que se puede negociar. Las ofertas llegan hasta las 8 ‘latas’. El joven los consigue en la Bahía de Guayaquil, en las distribuidoras.
- Pa’ los malcriaditos
“Unos los han comprado para darles a los que limpian parabrisas cuando se ponen malcriados. Asimismo, otros los adquieren porque los ladrones se les metieron en las casas o en sus negocios”, expresa el comerciante.
Hernán Lombeida tampoco es beisbolista, pero tiene un bate cerca del volante del bus de la cooperativa de transporte interprovincial Jumandy que maneja desde hace tres años. Dice que en 2020 lo adquirió, inicialmente para tenerlo de adorno, pero ante los peligros de las vías, ha tenido que usarlo para ‘sonarse’ a uno que otro resabiado.
Revela que la primera vez que lo empleó fue cuando unos sujetos se pusieron al frente de su transporte y le impedían el paso. Querían subirse para que les dé dinero y así comprar una jaba de cerveza. “Tuve que bajar y caerles a batazos”, cuenta el hombre de 43 años.
Hernán asegura que su padre también tiene un bate ‘por si las moscas’; aunque ha visto que los taxistas no llevan bate, sino machetes. El cuarentón confiesa que sí le da un poco de miedo enfrentarse a los antisociales, pero ‘le toca’, pues no quiere que se lleven de alivio lo que a él le ha costado conseguir.
“Es más fácil defenderse del ‘choro’ que está con cuchillo. El bate es la mejor arma, con este se le castiga y captura; pero si tiene una pistola o fusil, allí no podemos hacer nada, que se lleven lo que quieran”, analiza.
El ciudadano Pedro Sánchez dice que sí ha visto vendedores de bates en avenidas como la Portete, la Juan Tanca Marengo, la Francisco de Orellana y en el centro del Puerto Principal.
“Un buen batazo puede dejar lesionado a un ‘choro’, por eso péguele en las piernas, pero también a alguien se le puede ir la mano y le puede golpear en la cabeza; allí lo ‘resetea’. Incluso lo puede mandar a... iba a decir ‘la sucursal del cielo’, pero si te está robando, ya sabe a dónde se va o a dónde lo envía un batazo”, concluye el guayaquileño.
- Pa’ los infieles
Hace 10 años Jasmín Carrasco compró su bate y en 2019 su esposo lo usó para ‘corretear’ a un antisocial que ingresó al garaje de su domicilio. Las intenciones del pillo eran entrar y ‘pelar’ su vivienda.
“Ahora llevo el bate metálico a mi local y también en mi carro”, cuenta Jasmín, quien asegura que podría darle otro uso a este implemento deportivo.
“Si me entero de una infidelidad, claro que lo uso. Yo convierto el bate en una metralleta, repetidora y no dudaría en darle sus ráfagas. No hay que meterse con una mujer con la cabeza caliente", declara Jasmín.
"Mi esposo sabe que soy de ‘armas tomar’, así que si a mi marido se le ocurre cometer algo, que lo haga debajo de una piedra, pues en la vida todo se sabe, hasta el crimen perfecto se descubre. Si me pone los ‘cachos’, le reviento la cabeza” sostiene Jasmín, quien afirma que no mete las manos al fuego por su pareja.
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