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Balazo dejaría inválida a bebita baleada en Pascuales
La niña herida la noche del miércoles, su padre y su bisabuelo siguen hospitalizados. El tiro ingresó por el estómago de la nenita de dos meses de nacida y tocó su columna. A su papá, quien la tenía en brazos, ya le quitaron un riñón.
En cuerpo, Maritza Torres Martillo permanece en un solo lugar, pero sus pensamientos y sus oraciones están en tres casas de salud diferentes.
En ellas están internados su padre, Idelfonso Torres Abad, de 74 años; el segundo de sus cinco hijos, Kevin Burgos Torres (19); y Mila, su nietecita de dos meses de nacida. Ellos fueron baleados la noche del miércoles en las calles Latacunga y Cojimíes, en la parroquia Pascuales, en el norte de Guayaquil.
Entre lágrimas, la señora de 49 años recuerda cómo ocurrió la tragedia que la tiene con el corazón desgarrado, pues tras los balazos recibidos por delincuentes que llegaron en motocicleta, sus tres parientes se encuentran hospitalizados y en estado crítico.
“Esto parece una pesadilla. Eran como las 20:15 y me encontraba en mi dormitorio conversando con mi nuera, mi hijo y mi padre, estaban en la puerta de mi casa. Mi muchacho tenía a su hijita en brazos. Esperaba que su esposa cogiera la pañalera para irse a su vivienda. Mi papá se acercó a retirar el teléfono que había dejado cargando en mi casa, en ese momento llegan dos hombres y les disparan”, explicó con tristeza.
Los criminales, según ella, no buscaban a su hijo por algún ajuste de cuentas como han informado las autoridades y que más bien piensa que la intención era robarle, pero que ante los gritos huyeron del lugar, dejando heridas a tres personas inocentes que hoy luchan por vivir.
“Hasta hoy (ayer) mi padre aún tiene la bala alojada en el abdomen en la parte baja. A mi hijo le quitaron el proyectil, pero también un riñón, ya ha sido sometido a dos intervenciones. A mi nieta también le extrajeron la bala, pero esta le fue destruyendo parte de los intestinos y tocó su columna vertebral. Los médicos le han dicho a mi nuera que es probable que quede inválida, nosotros tenemos fe de que Dios hará el milagro”, manifestó Maritza.
Sin embargo, el pesar de la señora se incrementa porque es madre soltera y el sustento de su hogar. Trabaja limpiando baños en un colegio de Pascuales. Allí también estudian sus tres hijas de 9, 8 y 7 años, quienes por ahora permanecen al cuidado de sus parientes, ya que ella debe estar pendiente de la salud de su padre, de su hijo y de su nieta.
“No tenemos para cubrir los gastos médicos. Mi nietecita necesita pañales, su hermano de un año y seis meses también, puesto que mi hijo era quien les proveía de esto. Ojalá puedan ayudarlos”, sostiene mientras en el área de emergencia de un hospital aguardaba por noticias de la salud de su progenitor. (AEB)