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Con casi media hora de atraso, con una dosis de emotividad y aspiraciones, Álvarez encendió al público con su discurso/Christian Vásconez

Aquiles Álvarez asumió la alcaldía de Guayaquil con un discurso y una plegaria

La ciudad no sintió el cambio de mando. Su participación fue más emotiva que de objetivos

Era un domingo particular, pero la ciudad amaneció igual: sosegada y con sus hijos trabajando. No era un día especial por ser el Día de las Madres, sino por su coincidencia de ser la jornada en que Guayaquil conocería, oficialmente, al nuevo timonel de su destino para los próximos cuatro años.

La ciudad, distraída por el comercio para las mamás, se transformaba a medida que se acercaba al Palacio de Cristal, en el Malecón 2000, centro de la urbe. Ahí, aunque no haya estado en el radar de sus ciudadanos, Guayaquil estaba por dar un giro.

Mientras el comercio se intensificaba en la calle 10 de Agosto y calles aledañas, Aquiles Álvarez, alcalde electo de Guayaquil, hacia su ingreso al Palacio de Cristal, escenario que vería nacer al nuevo burgomaestre de la Perla del Pacífico.

Sosegado y como si fuera la enésima vez que lo hacía, Álvarez esbozó unas pocas frases antes de enfrentar su destino. "Hay muchos retos, pero estamos preparados", dijo Álvarez con una esquiva sonrisa que develaba la emoción por lo que se venía.

A la par de su llegada, empezó el desfile de autoridades nacionales y locales, figuras públicas, amigos y familiares. Sin embargo, la gran ausente fue la última representante de la hegemonía socialcristiana en la ciudad, la alcaldesa saliente Cynthia Viteri.

Pese haber adelantado que no asistiría a la posesión de Aquiles Álvarez, los coidearios de Viteri (y hasta hace poco compañeros de trabajo), los concejales del Partido Social Cristiano, sí llegaron a presenciar la investidura de su nuevo líder municipal.

Egis Caicedo (reelecto), Úrsula Strenge (reelecta), Mayra Montaño (reelecta), Jorge Rodríguez (reelecto), Jorge Acaiturri (electo), entre otros concejales electos más, se coderon con sus nuevos compañeros, la mayoría de ellos del movimiento correísta, Revolución Ciudadana.

Asimismo, llegó Doménica Tabacchi, exfigura socialcristiana y exvicealcaldesa de Guayaquil en la administración de Jaime Nebot, acompañada de su hermano, el gobernador del Guayas, Francesco Tabacchi.

Del lado correísta, un séquito de coodearios de la Revolución Ciudadana se dieron cita a la investidura del nuevo alcalde porteño y se confundían con el público. "¡Viva Rafael Correa! ¡Viva Aquiles Álvarez!", gritaban cada que podían.

La diversidad se la pudo notar en la primera fila del público. Junto a Álvarez se sentó Marcela Aquiñaga, figura del correísmo y prefecta electa del Guayas; Carlos Rabascall, excandidato a vicepresidente del correísmo y precandidato para 2025; Vito Muñoz, empresario y periodista deportivo; Doménica Tabacchi, exvicealcaldesa socialcristiana de Guayaquil; y demás personajes destacados.

Con casi media hora de atraso, con una dosis de emotividad y aspiraciones, Álvarez encendió al público con su discurso que, en más de una ocasión, lo interrumpió para aplaudirlo y mostrar su felicidad de que la hegemonía socialcristiana haya terminado.

Camaradería iba y venía entre Aquiles Álvarez y las autoridades nacionales y locales invitadas. "Vamos a trabajar juntos", fueron las primeras palabras que el nuevo burgomaestre de la ciudad le dirigió a sus nuevos compañeros del Concejo Municipal.

"No vine a atacar a la alcaldesa que salió", aclaró Álvarez a la mitad de su discurso, aunque hizo un recuento de la complicado estado en que, según señaló, recibe al Municipio de Guayaquil; sin adelantar planes claros de lo que piensa hacer.

Elevando una plegaria al cielo y pidiendo que la divinidad guíe su camino, Aquiles Álvarez, nuevo alcalde de Guayaquil, culminó su intervención y dio paso a una nueva ovación por parte del público que, a diferencia del resto de la ciudad, vino a dar la bienvenida al nuevo timonel de la urbe porteña.