Inusualmente tranquila estuvo la noche guayaquileña este último miércoles, el 18 de septiembre en el que estaba anunciado con días de antelación el tan temido corte de energía a nivel nacional.

El motivo de la interrupción era hacer un mantenimiento más al alicaído sistema de transmisión eléctrica del país. Sin embargo, este dato no importaba al 'guayaco', que lo primero que pensó al enterarse fue que se venían los saqueos, las balaceras y los asaltos en "bomba".

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Ese mismo miedo fue el que los llevó a salir a hacer largas filas comprar focos recargables, linternas, velas y hasta bates de béisbol y toletes para defenderse en caso que se le metan a la casa, porque eso es lo que se esperaría que ocurra en Guayaquil.

Sin embargo, contra todo pronóstico, la noche guayaquileña resultó más calmada que de costumbre. Diario EXTRA recorrió las calles de la urbe porteña en todas sus latitudes y esto fue lo que pudo observar.

Al noroeste de Guayaquil, donde están ubicadas los sectores considerados más peligrosos de la ciudad, el pueblo desapareció.

En el Paraíso de la Flor, por ejemplo, las calles que usualmente están repletas de vendedores de arroz, pescado, carne, verde, frutas, jugos, ropa, de repente... desoladas, todas las tiendas cerradas, toda la gente escondida y varias patrullas vigilando.

Similar situación se observó en la Entrada de la 8. Aquí la vía de acceso estaba encargada a las Fuerzas Armadas, que a sabiendas que se trata de 'zona roja', no perdió tiempo, sacó conos y armó el operativo: nadie entraba o salía sin ser revisado.

En Mapasingue Oeste, un poco hacia el centro de la ciudad, eran pasadas las 23h15 y un grupo de unos 15 hombres jugaban fútbol en una cancha del sector.

El peloteo era vigilado por dos hombres en motocicletas y cuando notaron que el fotógrafo de este diario estaba haciendo un registro gráfico, uno de ellos encendió la moto y siguió de cerca los movimientos del vehículo hasta que salió de la zona.

Otras ciudadela del norte, como las Orquídeas, Vergeles, Samanes lucían apagadas, sin movimiento alguno, salvo el de los recicladores, que recorrieron a sus anchas absolutamente toda la ciudad durante la restricción. Eran los únicos con carta blanca para ir y venir sin miedo a represalias.

En el centro, de la misma manera: calles vacías y negocios cerrados; en cambio, había muy poco patrullaje y sobraban los indigentes ocupando los portones de los edificios, resguardándose del frío con cartones o lo que pueden.

En el Suburbio, los guardianes de carros se tomaron muy en serio su trabajo y redoblaron esfuerzos en sus rondas, para asegurarse que ningún "choro" o "hachero (consumidor de droga H)" se robe las partes de los carros.

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Para esta jornada tres celadores decidieron unir fuerzas para proteger a sus clientes, pero también protegerse a ellos mismos, pues los tres eran de la tercera edad y las canas se notaban.

Así, mientras uno cuidaba sentado en una silla a mitad de cuadra, con una linterna tipo candelabro de luz blanca bien intensa, los otros dos daban vueltas de un lado a otro de la calle Bolivia, entre Tungurahua y Lizardo García, uno armado con un palo de escoba y el otro con un machete oxidado pero bien afilado".

Los carros de la cuadra eran su responsabilidad, así que no escatimaban en precauciones ni tenían intenciones de flaquear, aseguraban. Durante el tiempo que el equipo de EXTRA estuvo entrevistándolos, accedieron a contestar preguntas pero nunca dejaron de hacer su recorrido.

El único momento de distensión era cuando se cruzaban los tres a mitad de comino en los recorridos a la cuadra. Ahí alguna palabra o broma se decían, que era respondida creativamente en la siguiente pasada.

En la Vía a la Costa, los habitantes ni sintieron que hubo apagón, pues en salvo un puñado de ciudadelas en las que los cortes fueron de 00h00 a 03h00, en la mayoría se programaron en la franja de las 03h00 a 06h00.

En este sector de Guayaquil asombraba la cantidad recursos destinados al patrullaje. Camionetas y automóviles de la Policía Nacional, Agencia de Tránsito y Movilidad (ATM) y Segura EP rondaban incansablemente la Vía en ambos sentidos.

En las zonas de los centros comerciales se llegaban a juntar a hasta cinco vehículos y no había tramo de la carretera que no se alumbrara rojo y azul por las 'licuadoras' de las patrullas en movimiento.

Esto contrastaba radicalmente con el panorama al sur de la urbe, donde en sectores como Acacias, Guangala, Malvinas, Esteros, Fragata y Trinitaria, donde no se veía policías por ninguna parte.

Los vecinos de estos sectores, conociendo que no hay presencia policial, habían optado por atrincherarse en sus casas desde temprano. Por eso reinaba la penumbra, las únicas casas que lucían encendidas eran justamente las que habían procurado conseguir los focos recargables.

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