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Ocho zarigüeyas bebés son cobijadas para regular su temperatura corporal.Karina Defas

Animales neonatos tienen a sus ángeles de la guarda

Los pequeños huérfanos llegan frecuentemente a los centros de rescate. Quienes los ayudan dicen que la existencia de estos seres cambia porque, de llegar a sobrevivir, no podrán reinsertarse completamente a zonas silvestres.

Una pequeña nutria toma un baño en una piscina inflable improvisada. Se sumerge en el agua y recibe pequeños trozos de truchas. A mediados de agosto llegó al Zoológico de Quito en Guayllabamba, desde la provincia de Sucumbíos.

Tenía seis semanas y su cuerpo medía 43,9 centímetros. Fue rescatada por autoridades ambientales, tras una denuncia ciudadana. Como ella, muchos animales neonatos llegan a los centros de rescate de Ecuador.

En su mayoría, son arrebatados del pecho de sus madres, a las que cazan para quedarse con los bebés y domesticarlos. Otros quedan huérfanos debido al tráfico de especies.

Martín Bustamante, director de la Fundación Zoológica de Ecuador, dice que al menos una vez al mes tienen este tipo de casos. “La gente mira estos animales como si fueran peluches, como algo lindo de poseer. Entonces, cazan, disparan a la madre y se quedan con las crías, que son tan vulnerables”.

Lo más lamentable, dice, es que esos neonatos, aunque sobrevivan en un 90 % de los casos, menos del 10 por ciento de ellos podrán reinsertarse a su hábitat natural. “La nutria se perdió de vivir los aprendizajes más importantes con su madre y su grupo social. Por un lado, se salva la vida del animal, pero se termina condicionando a que el resto de esa vida sea con personas. Hay que lograr que esa vida sea lo más digna y animal posible”.

Cifras

El personal del zoológico de Quito brinda cuidados especiales a una pequeña nutria que llegó desde la AmazoníaKarina Defas

La nutria bebé aún no tiene nombre. Duerme en termocuna, recibe leche en biberón varias veces al día y come alimentos sólidos. Es una más en la sala de neonatos del Zoológico, donde por ahora hay ocho zarigüeyas bebés y un pequeño puma.

La Unidad de Protección del Medio Ambiente de la Policía Nacional (UPMA) reporta 35 mil animales rescatados desde 2011 a 2021 en Ecuador. Según el mayor Darwin Robles, jefe subrogante de esta unidad, no hay una clasificación de especies por edades, pero se estima que de 10 rescates, al menos dos son de neonatos.

En la trata de animales, las madres son las más cotizadas porque son usadas para reproducirse sin freno. Robles detalla que cuando tienen a sus crías, las trafican y las crías quedan huérfanas. Muchas no llegan a sobrevivir. Asia es el principal destino del tráfico de vida silvestre.

Reconoce que hay otros casos en los que las especies silvestres son mascotizadas, llevadas a fincas, vestidas, pintadas el pelo y alimentadas con comida que no es la adecuada. “Esto ocurre por el desconocimiento de la población. No saben cómo alteran el ecosistema, causando un daño irreversible a los animales”, sostiene.

Bebés amazónicos

En el zoo de Quito se usa una piscina inflable para que la nutria bebé entré en contacto con el agua.Karina Defas

Así como la nutria, hay casos parecidos en el área de cuidados neonatales del centro de rescate El Paseo de Los Monos, en el Puyo, Pastaza. Allá permanecen Troll, Ángel Gabriel y Chaplin, tres pequeños monitos que son alimentados cada tres horas con nutrientes y vitaminas, y reciben constantes chequeos médicos. Además, duermen en cunas con calefacción o bolsas de agua para regular su temperatura.

Lizeth Durazno, administradora del centro, asegura que muchas monitas llegan con vestidos, pintadas las uñas y hasta con cadenas. Pero además de los primates, también tienen liebres, zarigüeyas y guatusos bebés que están en proceso de destete para aceptar la comida complementaria.

“Hasta los seis meses alimentamos a las especies cada tres horas, después introducimos la comida y luego les llevamos a una guardería. Eso sí, depende de la especie, pero hasta los dos años los animalitos bebés deben tener cuidados especiales”.

El costo para sostener a los neonatos es de 180 dólares semanales aproximadamente, según Durazno. Comenta que uno de los proyectos más importantes que tienen es aumentar 100 hectáreas para la reinserción de especies. Aunque reconoce que solo el 4 % de neonatos podrían volver a la naturaleza libre, pero con este espacio habría una gran diferencia.

"La gente mira a estos animales como si fueran un peluche, como algo lindo que poseer”.Martín Bustamante
Director Fundación Zoológica

Creencias peligrosas

Raúl Cuatrecasas, biólogo y subdirector de YanaCocha, ubicada a 3 kilómetros de Puyo, Pastaza, también trabaja con bebés. Tiene monos, zarigüeyas, cusumbos y búhos. Explica que hay un mito urbano de que estas últimas aves atraen la muerte y por eso hay gente que se deshace de ellas.

“A los buhítos les tengo un criadero de ratas. Si veo que son capaces de cazar por sí mismos, los alimento con los roedores, porque si les doy pollo corro el riesgo de que al crecer vayan a las granjas a cazar”, asegura el biólogo español

La alimentación para mamíferos es más costosa, solo el tarro de leche, traído desde EE. UU., cuesta 60 dólares, dice Cuatrecasas. Eso más los chequeos médicos, el sistema de calefacción y los exámenes podría llegar a sumar 100 dólares de gasto mensual por cada neonato.

Hace dos semanas, un poblador entregó al centro un venado de apenas tres semanas que fue ahuyentado de su madre por una jauría de perros. La comunidad atrapó al animal y lo mantuvo en una ‘cuyera’ por tres días. Cuando Cuatrecasas lo recibió, estaba deshidratado. “Trabajamos cinco días y murió. Desgraciadamente los especímenes que llegan al centro están en malas condiciones y 15 % o 20 % fallece”, lamenta.

El subdirector de YanaCocha concuerda en que el futuro para la mayoría de neonatos, como la nutria o los monitos, será permanecer en un régimen de semicautiverio de por vida.

La nodriza del Zoológico de Quito

La mujer tienen vocación para cuidar de los más pequeños del lugar.Karina Defas

Heidi Cabezas lleva más de una década trabajando en el zoo y asegura que los animales son como sus parientes. Incluso tiene la foto de un animalito que cuidó como fondo de pantalla en su celular. Se trataba de una olinga que la mujer amamantó día y noche. Ahora ya es una jovenzuela.

Heidi tiene vocación y mucha paciencia para cuidarlos. Ha visto crecer a aves y mamíferos de todo tipo. Su casa está cerca al zoológico y eso le ha permitido hacer visitas nocturnas para cuidar a los más guagüitos.

“Nos encariñamos mucho y cuando fallece un animalito es duro, hasta he llorado. También hay muchos que sobreviven, pero cuando se enferman me duele muchísimo verlos mal”, reconoce.

"El trabajo con los bebés es fuerte. Hay monitas que llegan con vestidos, pintadas las uñas y cadenas”.Lizeth Durazno
Administradora Paseo de Los Monos