Ángel Jerez está ansioso de que llegue el Viernes Santo para pagar sus penas acumuladas. El hombre, de 63 años, ya planchó el traje morado con el que suele ir a la procesión Jesús del Gran Poder.

El evento religioso más importante del catolicismo fue suspendido los años 2020 y 2021 para evitar la propagación del coronavirus en la población. Sin embargo, este 15 de abril se retoma la ceremonia que tiene 61 años de historia y que recuerda el viacrucis del Nazareno.

Jerez vive en San Roque, centro de la capital, y es uno de los creyentes más fervientes de la procesión. A pesar de que se moviliza en una silla de ruedas, nunca se ha perdido una edición desde 1972.

Lo toma tan en serio que desde el Miércoles de Ceniza dedica unos minutos por las mañanas para rezarle a una figura de Jesús del Gran Poder que tiene en un pequeño altar de su cuarto.

Mañana irá al mercado para comprar ortiga y flagelarse la espalda el día de la ceremonia por los pecados que dice haber cometido. “He esperado este momento. Quiero reivindicarme con Dios”, comenta.

Jerez también comprará una estatuilla de Jesús para pegarla en una cruz de madera que lo acompaña en 35 procesiones y que la encontró en una casa abandonada del norte de Quito.

El feligrés lamenta que esta ocasión no podrá ir con sus dos hijos, quienes migraron hace pocas semanas para buscar un futuro mejor. Por eso, le está inquietando a su hija María José para que lo acompañe. Ella dice que sí lo hará porque siempre ha admirado la devoción de su padre en Semana Santa. “Siempre nos ha inculcado la religión como principio”.

Jerez comenta que el día de la procesión irá en ayuno porque, según él, “la penitencia debe ser un acto de fe que no se puede manchar”. Añade que en esta ocasión no irá cubierto con el gorro de cucurucho porque quiere que la gente lo vea cómo se arrepiente de sus pecados.

Devoción sin límites

El creyente cuenta que asiste a la procesión en homenaje a su hermana mayor, quien murió de cáncer un Viernes Santo. Desde esa ocasión, Jerez acude a la ceremonia en la que suele pedir por el alma de su ñaña y por la salud de sus familiares.

Los dos años de pandemia, él y su familia realizaron una procesión simbólica alrededor de su barrio para no perder la tradición.

El evento religioso le ha traído gratos recuerdos. Organizadores de eventos deportivos al verlo en silla de ruedas se contactaron con él para que participara en maratones internacionales. En una competencia de Tailandia quedó en primer lugar y en otra de Estados Unidos quedó en segundo puesto.

Las medallas las tiene colgadas junto a páginas de periódicos, en las cuales aparece como protagonista de la procesión.

Jorge Chicaiza reconoce que su vecino es muy religioso y que ha ayudado a los moradores del sector para que se conviertan en devotos de Jesús del Gran Poder.

Añade que todos los Viernes Santos suele ver cómo baja Jerez lleno de cruces por la calle Ambato con dirección al convento de San Francisco. “Le suelo dar la bendición”, agrega.

Antes del día de la procesión, Jerez dice que recorrerá algunas de las calles del Centro Histórico para prepararse. En una ocasión, el hombre cuenta que casi se ahoga. Recuerda que hubo una lluvia tan fuerte que se inundó la calle Benalcázar y él casi fue arrastrado por una corriente.

La ceremonia recorrerá las calles principales del Centro Histórico con los fieles devotos, cucuruchos, verónicas y con la figura de Jesús del Gran Poder. El Municipio preparó más de 100 actividades en el marco de Semana Santa.