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La niña tiene heridas en el rostro, en las piernas y en los brazos.Amelia Andrade / EXTRA

Amor de mamita para sanar

Por error, una niña abrió una poma con el líquido químico y se quemó el rostro. Requiere de cremas para su tratamiento

Un fuerte abrazo y las delicadas caricias de mamá en el contorno de su rostro se han hecho parte del ‘tratamiento’ con el que Roxana, de 11 años, se recupera tras haberse salpicado ácido accidentalmente en su cuerpo.

Patricia Avelino, su progenitora, cada mañana le unta una crema en la cara con precaución. Lentamente los dedos de su madre recorren una a una las manchas que le quedaron en la piel tras el desafortunado hecho.

Aquella rutina se repite, al menos, dos veces más el resto del día. Cosas tan simples como ducharse también se han convertido en un ritual para Roxana, pues debe evitar lesionar más las heridas al pasarse el jabón. Patricia le pide que preferiblemente no se moje la cara.

A pesar de todas esas prevenciones, para la madre de familia es un alivio tener en casa a la mayor de sus tres hijos. El lunes pasado le dieron el alta médica, pues estuvo internada en un hospital infantil a causa del percance.

El día del suceso, el pasado 22 de diciembre. Roxana y sus hermanos estaban en casa de su abuela, en el suroeste porteño, mientras Patricia trabajaba. La sustancia que cambió la cotidianidad de la niña fue ácido nítrico, que iba a usarse para limpiar el baño de la vivienda, según dijeron sus familiares.

Roxana abrió el recipiente donde estaba almacenado el líquido. Pensó que era alcohol antiséptico para rociarse las manos. Cuando destapó el envase la sustancia saltó, provocándole quemaduras en el rostro, brazos y piernas.

Un ñaño de Roxana, de 8 años, también resultó con leves heridas. En su caso solo bastó que le realizaran curaciones en la misma casa de salud donde su hermana fue asilada y luego se lo llevaron.

Un hermano de la niña también resultó afectado, pero no fue necesario su internamiento en un hospital.Amelia Andrade / EXTRA
EL SOL DE LEJITOS

Patricia se enteró del incidente tres horas después, a las 19:00, pues labora en una industria en donde debe dejar el celular en un casillero. Cuando tomó su dispositivo tenía 57 llamadas perdidas, y justo en ese rato la llamó una allegada para contarle la desgracia.

Desesperada, tomó un taxi y fue al hospital. “Pensaba en cómo le iban a quedar las cicatrices”, cuenta Patricia. Durante el internamiento de su hija los médicos le hicieron dos curaciones. Y antes de que Roxana abandone el lugar los galenos le dieron recomendaciones. “No puede recibir sol siquiera en dos meses para que no le queden manchas definitivamente”, dice Patricia.

A una vecina de la abuela de Roxana también le salpicó el ácido, pero no tuvo mayor consecuencia.

Esa indicación resulta difícil para una niña de su edad, reflexiona. A su hija le aburre pasar todo el tiempo en casa. Quiere salir, jugar, caminar o visitar a sus amigos, pero no puede hacerlo demasiado tiempo.

Además, Roxana suele tener molestias físicas. Le pican los brazos y las piernas. Su madre le da ánimos. La mentaliza en lo bien que estará en un tiempo.

NECESITA CREMAS

Sus hermanos menores la consienten y están pendientes de lo que necesite. Roxana responde ese cariño con una sonrisa. No pierde su alegría a pesar del accidente.

En tanto, a Patricia le dieron un permiso laboral mientras se recupera su hija. Esta semana deberá reintegrarse al trabajo, pero siente que su niña necesita más cuidado.

También medita en cómo solventar el gasto de las cremas para su hija. Semanalmente requiere unos tres tubos del producto; el de mejor calidad vale 18 dólares y el más barato, 12,50. A veces hay plata ni para el menos caro.

Las vicisitudes no frenan el ímpetu de Patricia. Ella le hace frente a la situación y es capaz de darlo todo por Roxana. Si desea colaborar económicamente con Patricia, llame al 0968622792.