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Algunos familiares que esperan noticias de sus parientes en las afueras del hospital se dan una vuelta por las rejas donde están los lazos.Henry Lapo

¡El altar de la esperanza!

Está en las afueras del hospital Carlos Andrade Marín, en Quito, y ha servido para despedirse de los fallecidos o dar aliento a quienes se recuperan.

“Vuela alto pajarito, mantente fuerte. Te amo, abuelita”, está escrito en uno de los más de 20 lazos amarrados en las rejas del hospital Carlos Andrade Marín (HCAM), en el centro-norte de la capital.

Estos mensajes redactados con marcador, sobre tela o plástico, aparecieron allí desde la semana pasada, según Silvia Rosero, una comerciante que tiene su puesto a tres pasos del lugar. “Llegué una mañana y había cinco lazos celestes”, recordó.

En dichas tiras hay mensajes de despedida de familiares de personas con coronavirus que no sobrevivieron a la enfermedad.

Desde que se inició la pandemia, el hospital se dividió en dos áreas para, en una de ellas, atender pacientes con COVID-19.

Aquella vez, Rosero cerró su negocio y durante todo el día no vio a ninguna persona que colocara otro listón. Sin embargo, al siguiente día, ella se percató de que habían amarrado casi una decena de lazos celestes adicionales. En estos, en cambio, los mensajes eran de aliento para quienes luchan contra la COVID-19 en las distintas áreas del hospital.

Luego, según la comerciante, aparecieron cintas de colores rosado y verde con mensajes emotivos y de agradecimiento. “Estamos aquí, te amamos hoy y siempre mamita”, está escrito en uno.

Los mensajes están escritos con marcadores de colores.Henry Lapo

La situación actual en esta casa de salud es crítica. Todos los espacios destinados para atender a pacientes con el virus están copados. En la última semana colocaron 120 camas para hospitalización, Unidad de Cuidados Intensivos y emergencias, las cuales ya están ocupadas.

Diana, una adulta mayor, se acercó al ‘altar de los lazos’ luego de dejar a su prima en la zona de urgencias. Su familiar no tiene síntomas relacionados con el virus, sino intensos dolores de cabeza. Al leer los mensajes de aliento, juntó sus manos, miró al cielo y dijo: “Gracias a Dios mi prima no tiene el virus”.

"Al parecer los familiares colocan los lazos por las noches. Durante el día nadie los deja”.Silvia Rosero
comerciante

A dos metros de ella, César Salazar estaba preocupado. Con su rostro protegido con doble mascarilla esperaba en la fila para entregar unos medicamentos al doctor que atiende a su padre, pero también para conocer su estado de salud. El paciente, de 61 años, ingresó hace tres días por una artritis activada debido a la COVID-19. Le detectaron el virus el pasado 15 de febrero.

César contó que intentaron internarlo en el hospital IESS Quito Sur, pero no había espacio para que lo atendieran. Buscaron en otras casas de salud y tampoco hallaron una cama disponible. La familia decidió contratar un médico particular y seguir el tratamiento desde casa. Esto provocó que todos se contagiaran. “Teníamos que comprar tanques de oxígeno por nuestra cuenta para salvar a mi padre”.

Espera que su padre se recupere, salga pronto del hospital y no tener que escribir un mensaje en el colorido ‘altar de la esperanza’.

"Mi padre ya superó la COVID, pero tuvo secuelas y tuvimos que traerlo de nuevo al hospital”.César Salazar
familiar de paciente