Entre los conductores que a diario circulan por la avenida Nicolás Lapentti, arteria principal de Durán, hay una sensación de alivio, pero también asoman dudas tras la decisión del alcalde del cantón, Dalton Narváez, de eliminar las multas impuestas por exceso de velocidad a lo largo de esta vía.

Y es que para los propietarios de vehículos no queda clara la razón por la que, desde el 1 de diciembre pasado, se pusieron en funcionamiento los fotorradares en la Nicolás Lapentti que controlaban el exceso de velocidad. El límite máximo de circulación era de 50 kilómetros por hora.

Los conductores se quejaron por la medida. Cuestionaron que era un rango muy bajo, teniendo en cuenta que, por ejemplo, si venían desde el puente de la Unidad Nacional (con máximo de 70 kilómetros por hora), debían frenar a la bajada hacia la Nicolás Lapentti para no ser multados. Maniobra que, además de ser peligrosa, generaba tráfico en ciertos momentos.

Luego, el 8 de diciembre, Narváez, a modo de médico ‘recetó’ contra ese síntoma que el Concejo Cantonal debata aumentar a 70 kilómetros por hora la velocidad máxima en la vía para vehículos livianos, y de 40 a 50 para transportación pesada y carriles de servicio. Narváez también planteó analizar que las multas generadas del 1 al 8 de diciembre sean eliminadas. Propuestas que después fueron aprobadas.

Para Adrián Castro, exdirector de la Agencia Nacional de Tránsito (ANT), “todo cambio en límite de velocidad merece un estudio técnico y es imposible hacerlo en pocos días. No es antojadizo, la medida no puede caer en el populismo”.

La Autoridad de Tránsito de Durán (ATD) indica que la colocación de esos aparatos es con el objetivo de “mitigar los accidentes de tránsito en el sector y salvar vidas”.

Según datos proporcionados por la institución, en toda la extensión de esa vía, que no solo abarca Durán, sino que sirve también de conexión con otras ciudades, en 2021 se registraron 111 accidentes, 86 lesionados y 9 personas fallecidas. En 2022 hubo 107 casos, 99 lesionados y 7 fallecidos.

Los conductores coinciden en que es necesario aplicar estrategias para prevenir incidentes. Sin embargo, no están de acuerdo con otros aspectos que implican la puesta de los equipos.

“Deberían de pensar un poco más antes de tomar esas medidas. El espacio entre un radar y el otro no es de mucha distancia”, comenta el taxista Jaime Bastidas.

Para Victoria Peñafiel, conductora, el rango máximo siempre debió ser de 70 kilómetros, considerando que es una vía que luego se vuelve carretera. “Si hay un accidente, ¿cómo llegan las ambulancias, si el tráfico está trancado?”, dice.

Danilo Aguayo, también taxista, tiene una opinión similar a la de Victoria, respecto a que en una avenida como esa el tránsito debe ser más fluido, con un límite como el de la Francisco de Orellana, o la Pedro Menéndez, en Guayaquil.

SIN RESPUESTA CLARA

EXTRA consultó a la ATD cuántos dispositivos y de qué tipo se colocaron en la Nicolás Lapentti. También se solicitó conocer bajo qué parámetros se definieron sus instalaciones. Igualmente se pidió detallar las razones por las cuales se estipuló el límite inicial de 50 kilómetros por hora. Todos estos pedidos no fueron respondidos, únicamente se facilitó la información del número de accidentes en la vía y de la propuesta al Concejo Cantonal de aumentar el tope máximo de velocidad.

PARÁMETROS

Castro, quien también es abogado constitucionalista, precisa que las reformas a la Ley Orgánica de Transporte Terrestre, Tránsito y Seguridad Vial, de 2021, señalan que al habilitar los equipos de control de velocidad se debe realizar una campaña de socialización con la ciudadanía de, al menos, 20 días.

Las reformas también especifican que debe haber señalética antes del dispositivo y ya en el punto del mismo, para que los conductores sepan que están circulando por una zona con ese tipo de control.

Igualmente, previo a la puesta en funcionamiento de los aparatos se debe contar con un estudio estadístico que determine que en el punto se requiere su colocación, ya sea por el número de accidentes de tránsito, o lesiones, o muertes que se haya tenido en ese sitio.

“Estos equipos no pueden estar escondidos. Tienen que estar visibles, no tienen que estar en curvas, ni en pendientes, siempre a la vista del ciudadano”.

Castro añade que los límites de velocidad se mencionan en el reglamento a la Ley de Tránsito. “Si es que hablamos de una vía urbana, dentro del cantón, el límite es de 50 kilómetros por hora. Pero cuando es una vía que está considerada como una red vial estatal tiene un límite de 90 kilómetros por hora. Los municipios pueden regular límites menores, con fines preventivos, pero siempre que pase por un estudio técnico de velocidad”, detalla.

Adicionalmente, estos implementos tecnológicos deben ser calibrados y homologados bajo los lineamientos de la ANT.

Por ahora, la suspensión de multas y el aumento del límite máximo de velocidad deja algo de alivio a los conductores. Pero están pendientes al funcionamiento de los dispositivos. No sea que arrojen multas incorrectas, como sucedió en meses anteriores en la vía a la costa.

LEY PERMITE DESCUENTO

Adrián Castro, abogado y exdirector de la ANT, destaca que para evitar un impacto económico fuerte con las multas a quienes sobrepasan el límite permitido, en las reformas a la Ley de Tránsito se aprobó lo que se denomina el pronto pago. Es un beneficio en el que el infractor solo cancela el 50 % de la sanción, si lo hace dentro de 20 días desde la notificación.

En el caso de las sanciones monetarias para quienes sobrepasen el límite de velocidad en la avenida Nicolás Lapentti corresponden al 60 % del salario básico unificado, si se encuadra en el rango moderado (10 kilómetros más de lo permitido); y el 100 % del salario si se sobrepasa ese rango moderado.

El exfuncionario envió un proyecto a la Asamblea Nacional (que no se trató) para que se sancione solo a los reincidentes en las infracciones, “para acabar con un fin recaudatorio y no preventivo”.

EL ENFOQUE DEBE SER LA PROTECCIÓN DE LA VIDA

Paola Carvajal, máster en Tráfico y Seguridad Vial, refiere que la velocidad es uno de los principales factores de riesgo respecto a los accidentes. Por eso, si se busca reducir las muertes en las vías se debe controlar. Y los radares son una herramienta para ello.

Recalca que la avenida Nicolás Lapentti es en una zona urbana, con actividad comercial y presencia de peatones y usuarios vulnerables.

“El enfoque de los líderes debe ser la protección de la vida y, bajo ese criterio, buscar mecanismos para reducir riesgos. Por eso los radares deben ser una alternativa que aporte a esta reducción”, indica.

También apunta a reconceptualizar la ingeniería de tráfico bajo la premisa de que se debe mover personas y no vehículos. Menciona que aumentar los límites máximos no va a resultar en un menor tiempo de viaje, pero por el contrario, si la velocidad se controla habrá resultados positivos a favor de la disminución de accidentes.