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Drama

Ernesto vive entre objetos reciclados y muladares. En su casa de caña el invierno fue un desastre.Christian Vinueza / EXTRA

Un abuelito vive solo y en extrema pobreza en Guayaquil

No es pirata, pero hace 30 años camina con pata de palo, prótesis reparada por él. Se tragó parte de su dentadura y ahora solo come alimentos licuados. Ernesto Burbano pide ayuda, comunícate al 09989269926 o 0985517013.

Ernesto Burbano va a paso lento y esto se debe no solo a sus 70 años, sino también a la prótesis para su pierna izquierda que unos amigos 'apañaron' en la calle y se la regalaron, luego Ernesto la reparó con materiales reciclados: madera y metal.

El adulto mayor cuenta que hace cuatro décadas fue víctima de un disparo, no entra en detalles, solo dice que fue por defender a un amigo y el agresor le pegó un plomazo cerca de la rodilla izquierda. Debido a la gangrena no quedó otra alternativa que amputarle la extremidad. La agresión fue en el suburbio de Guayaquil.

Inicialmente anduvo con muletas, pero su necesidad por caminar lo hizo arreglar la prótesis que encontró en la calle (en el agua). En un mes la ‘reparó’, con ella se desplaza desde hace 30 años, pero hoy está oxidada y literalmente tuvo que adaptar una pata de palo para poder tener estabilidad y movilizarse de un sitio a otro.

Un trozo de madera adaptó a la prótesis. Anda con un zapato de un modelo y de otro, pues es lo único que tiene.Christian Vinueza / EXTRA

Comida licuada

Ernesto sobrevive con los 100 dólares del bono que otorga el Gobierno Nacional, pero afirma que no le alcanza, por eso va hacia el centro a buscárselas. Sale dos o tres veces por semana de su vivienda de caña, ubicada en la Cooperativa Janeth Toral, noroeste porteño.

Para poder comer, el guayaquileño acude a la iglesia San Agustín, sitio que alimenta a personas en situación de calle o de escasos recursos; don Ernesto es una de ellas. También ‘para’ por las calles Aguirre y García Avilés, su zona.

Allí recibe unos centavos y algo de comida, la cual licúa, pues hace 25 años se quedó dormido y se tragó parte de su dentadura (cuatro piezas dentales).

Y aunque usted no lo crea, Ernesto estuvo con parte de su placa dental en su tráquea por tres meses. Cuando se la retiraron en el hospital Luis Vernaza, los médicos le dijeron que su garganta solo podrá resistir los alimentos licuados. Un simple grano de arroz puede taparle esta vía y ahogarlo.

Ernesto vive en la Cooperativa Janeth Toral, noroeste de Guayaquil.Christian Vinueza / EXTRA

Por eso, la licuadora es su bien más preciado, pues sin ella no podría ‘jamear’. No tiene cocina, ‘refri’, ni otros enseres, pero no le importa, sin embargo, este procesador de alimentos es indispensable para él.

Pero la condición de su estrecha vivienda es ideal para los ‘choros’, quienes por dos ocasiones se le han llevado su licuadora. A su hogar de caña y madera le falta una parte del techo y una pared.

Pese a su extrema carencia, Ernesto va por la vida, con su pata de palo, pero sonriendo, pues dice que su estabilidad viene de Dios, con quien ha caminado día a día y para eso no necesita la prótesis, su fe es suficiente.  

En una mesa de madera reposa su licuadora, los centavos que se hace y las tarrinas de comida que le regalan.Christian Vinueza / EXTRA