El ferviente y el 'abrasador' deseo de los adoradores del demonio de abrir su propio templo dedicado a Lucifer y poder dedicarle tiempo para su 'gloria' quedó en la nada, por ahora, pues un juez de un tribunal de justicia ordenó suspender la inauguración del santuario, que estaba prevista para este martes 13 en Gravataí, en una localidad de Porto Alegre, en Brasil. 

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El santuario en honor a 'don Sata' dispone de cinco hectáreas y pertenece a la agrupación Nova Ordem de Lúcifer na Terra (La Nueva Orden de Lucifer en la Tierra), una corriente de la religión afrobrasileña Quimbanda que agrupa a unas 100 personas, pero que busca extenderse incluso ofreciendo amarres amorosos, alianzas y otros tratos con el demonio.

Según explicó el maestro Lukas de Bará da Rua, uno de los líderes de la agrupación, esta orden fue creada a partir del deseo de los miembros de estudiar los demonios más profundamente y cuestionar lo que llaman una visión impuesta por el cristianismo. 

La instalación del santuario para adorar a Satanás había generado desde hace ya algunos revuelo entre los habitantes de Porto Alegre, pero todo se tornó más fuerte al conocerse que la inauguración se realizaría justo un martes 13, considerado por muchos como día de mala suerte o día en que suceden cosas asociadas al demonio.

En medio de esa polémica, un tribunal prohibió de forma cautelar la inauguración del "templo del demonio", como muchos la llamaban, so pena de recibir una multa diaria de 50.000 reales (unos 9.000 dólares) después de un pedido del Ayuntamiento de Gravataí.

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La decisión se tomó luego de que el el Ayuntamiento (Municipio) de Gravataí, en la región metropolitana de Porto Alegre, denunciara que la construcción no contaba con los permisos necesarios para operar, pero más que nada por las crecientes críticas y miedos de la población, que se quejó fuertemente por este templo del demonio.

Pese al cierre, los adoradore no renuncian a inaugurar el templo más adelante. El maestro Lukas de Bará recordó que se avecinan elecciones municipales en Brasil y que, debido al peso de las iglesias evangélicas en la sociedad, ningún político quiere tenerlas como enemigo.

Y debido a que la agrupación, además, denunció haber recibido amenazas y mensajes de odio transmitidos por redes sociales y por teléfono, se vio obligada a mantener la ubicación del santuario en secreto y a contratar a una empresa de seguridad privada para garantizar su protección.

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