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Accidente en Guayllabamba: Así ayudó un fisioterapeuta a los afectados del siniestro
Mauricio Toapanta cuenta a EXTRA cómo fue la tragedia en la vía Quito - Guayllabamba. Ayudó a estabilizar a los heridos, aunque dos ya no tenían pulso. La mayoría de los afectados eran viajeros que querían disfrutar del feriado.
Mauricio Toapanta celebra la vida. Lo demostró al ayudar a decenas de afectados del accidente ocurrido en el kilómetro 11 de la vía Quito-Guayllabamba. “Dios me dio vida para que dé vida a otros”, dice.
Este fisioterapeuta estuvo a pocos metros de sumarse a los 23 vehículos involucrados en el siniestro que dejó tres muertos y 20 heridos. Se iba de viaje con su familia por el feriado y tuvo que atender a un paciente, por eso se retrasó unos minutos. Cuenta que el tráiler, que habría perdido los frenos en la bajada de la zona, pitaba insistentemente. “Como diciendo que se abran (a los demás vehículos)”.
Un sonido estruendoso le siguió a la bocina del automotor que transportaba bebidas gaseosas. Unos segundos de shock. Mauricio reaccionó y le dijo a su esposa que saldría a ayudar. Alrededor todo era destrucción, hierros retorcidos, botellas rotas, sangre, llanto y gritos pidiendo doctores o enfermeras. “Estoy formado para atender este tipo de emergencias, entre otras cosas hacer reanimaciones”, explica.
Era necesario ir clasificando a los heridos de acuerdo con la gravedad de las lesiones. Mauricio hizo en su cabeza un mapa para organizar a los demás y se sumaron las manos de, al menos, cuatro profesionales de la salud. También de quienes “sacaron fuerzas para mover puertas y hierros retorcidos para rescatar a la gente de los carros”.
LAS VÍCTIMAS
Todo pasaba muy rápido. Sin embargo, hubo momentos en los que Mauricio se quebró. Llegó hasta un auto gris, donde había una niña atrapada con su madre. “La nena quedó debajo de la señora y ya no tenía signos vitales”. Era la primera víctima confirmada.
Horas después del siniestro se conoció que se trataba de Naima, una pequeña de 7 años que llegó a Quito desde Loja por el feriado. Danny Cuenca, primo del padre de la menor, estaba afuera de la morgue a la espera de su pariente, para que firmara los papeles y llevarla de regreso a casa. “La situación es complicada porque mi primo gana el básico y su esposa depende de él. Con la familia haremos lo posible por ayudar”, reveló a EXTRA.
La segunda víctima fue un adulto mayor identificado como Jorge Gaviño, cuyos restos aún seguían en la morgue hasta el domingo 28 de mayo. Mauricio lo atendió en la carretera y, al recordarlo, no aguanta el llanto. “Tenía ya las pupilas dilatadas”, recuerda.
Gaviño viajaba con su hija, quien le rogaba a Mauricio que lo ayudara. “No le deje ir a mi papá. No puede morirse”. Mauricio indica que se acercó a la joven y le pidió perdón, porque ya no se podía hacer más.
A ellos se sumó una tercera fallecida: una chica de 16 años que no resistió sus heridas y murió en una casa de salud. Su padre, quien retiró sus restos de la morgue, dijo que estaba consciente de que el conductor del tráiler “no salió a matar” y que los afectados se están organizando para informarse y saber qué queda por hacer frente a la tragedia.
“EL CONDUCTOR NO QUISO HUIR”
Por ahora se investigan las razones del accidente. “Se están verificando las causas. Se presume que sea una pérdida de control del vehículo por falla mecánica”, mencionó el coronel Julio Barba, director nacional de Tránsito, poco después.
El conductor del tráiler fue detenido para continuar con el proceso. Mauricio aclara que nunca quiso huir. “Él salió del cabezal y yo lo recibí. Él estaba en shock”. “No fue mi culpa, se fueron los frenos. Intenté frenar y no pude”, le dijo. El señor se quedó sentado en la vereda, con un fuerte golpe en la pierna.
Quienes estaban cerca, indignados, intentaron lincharlo, pero Mauricio se interpuso y les dijo que había cosas más importantes. Era momento de ayudar. “Estaba consternado y fue él mismo quien reportó el accidente”, aclara Mauricio. Él está dispuesto a dar declaraciones en Fiscalía, pues considera que el chofer tampoco tuvo la culpa, sino que se trató de una falla mecánica.
Luego de varios minutos de intenso trabajo, el fisioterapeuta respiró y buscó a su esposa. Necesitaba constatar que estaba bien. “La abracé, agradecí y celebré su vida y la de aquellos a los que pudimos ayudar”.
Sin embargo, como suele pasar en estos casos, cree que pudo hacer más, quizá atender más rápido o en otro orden. A pesar de que fue quien organizó todo para que los rescatistas pudieran hacer mejor su trabajo, “pedí perdón a todos porque tuvimos víctimas mortales”.