La vía Pifo-Papallacta es uno de los principales accesos a Quito desde la Amazonía. En el kilómetro 6 es casi cotidiano que se registren accidentes con fallecidos. Sus huellas se sienten y se ven en la llamada ‘Curva de la muerte’.

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EXTRA acudió al sitio con Cristian Cevallos y Harold Hernández, dos expertos en actividad paranormal para medir el flujo energético. Aun sin el aparato que mide las energías, se puede sentir un aire paralizador que va más allá del clima típico de la zona. ¡Con los pelos de punta!

Los restos de los autos accidentados, las cruces de quienes han muerto allí y las latas retorcidas de las barreras viales permanecen junto a la carretera por la que circulan los vehículos a altas velocidades. “Más allá de lo energético, esa forma de conducir es uno de los factores para tantos accidentes”, opina Cristian.

Cevallos saca de su maleta el aparato medidor de energías: un luxómetro adaptado con un electrodo. Recorre la zona y en varios puntos los números empiezan a subir vertiginosamente. “El parámetro normal es de mil puntos porque en todo lado hay energía”, explica. Cerca de la carretera, con las huellas de los derrapes de las llantas de los vehículos, marca más de 1.700 puntos. “Aquí es”, dice.

La investigación se realizó en la tarde del martes 12 de diciembre, por lo que, según el experto, lo propicio es hacer sicofonías, es decir, grabar los sonidos del ambiente. “Esta grabadora es la más sensible que hay. Nos ayudamos de la tecnología para tratar de explicar lo que muchos no entienden”, relata.

Pide silencio y se queda inmóvil por varios minutos con los audífonos puestos “¡Ahí está!”, indica. En la grabación se captó un grito desgarrador que parecería de una mujer. “Estas son impregnaciones energéticas”, comenta.

El sonido es nítido, al ser muy agudo se distingue perfectamente del que ocasionan los vehículos. ¡De terror!

Harold, quien es tecnólogo en ciencias ancestrales, explica que se trata de las almas que aún no se han enterado que ya no están en el plano de los vivos. “Por eso son necesarios los rezos”, comenta. Esto, independientemente de la religión que las personas profesen, pues estas oraciones al tener una intención de liberar las almas o de ayudarlos a descansar son una energía. “Todo tiene energía. 

Además, donde hay vida hay muerte”, replica Cristian, quien es radiodifusor y se ha especializado en estos temas desde hace 25 años.

Una de las razones lógicas para que se registren tantos siniestros de tránsito es que dicha curva es muy pronunciada, por lo que los conductores suelen perder el control de los vehículos. Sin embargo, según los investigadores, en estos sitios se carga tanto de energías de muerte que también se produce una especie de imán. “Puede pasar que en estos lugares los conductores empiezan a sentir sueño por el aire pesado”, asevera Harold.

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Los expertos indican que los vivos tienen la responsabilidad de manejar bien en carretera y poner atención en las zonas ya conocidas como proclives a accidentes. “Debería haber un mapa de las carreteras peligrosas en el país, porque esta no es la única. Sobre todo en la Costa hay mucha tela que cortar”, finaliza Harold.

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