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Solo uno de cada 5 votantes fueron a votar en España
Ausentismo. En esta ocasión fueron menos los electores que acudieron a las urnas. Primó la desinformación sobre candidatos y contenido de consulta
María González migró en 1999 a España. Regresó a Ecuador en 2010, pero volvió a irse porque no encontró oportunidades laborales. Desde ese entonces, es parte de los miles de ecuatorianos que, aún estando afuera, acude a todas las citas electorales.
Aún no eran las 8 am cuando María González llegó hasta los exteriores del Pabellón de Cristal, en Madrid, para sufragar. Fue la primera persona de su fila y, aunque las urnas abrían más de 1 hora después, madrugó porque al salir debía cruzar de oeste a este la ciudad e intentar llegar a tiempo a su trabajo.
Esta lojana que viajó como turista y se quedó a vivir en España hace 24 años asegura no perderse ninguna elección. “Necesito el certificado, pero también porque es una alegría venir, conversar con tu gente y ver a tus paisanos”.
De hecho, durante la espera se ponía en puntillas con frecuencia. Miraba a quienes llegaban y se colocaban al final de la fila. “Estoy buscando si conozco a alguien” se justificaba.
Cubierta con su chompa beige hacía frente a una espera cuando el sol apenas salía y los termómetros marcaban menos de 5 grados. Mientras tanto aprovechó para conversar con otros ecuatorianos que así como ella habían llegado temprano.
Los diálogos giraban en torno a estos temas: situación del país, dudas sobre qué se iba a elegir en estas elecciones y cuándo será el próximo viaje a Ecuador.
Los que conocían las preguntas informaban al resto sobre de qué iba el referéndum, mientras que otros confesaban haber formado su opinión en base a explicaciones de redes sociales como TikTok.
El sentimiento de desconocimiento se hacía sentir. María, por ejemplo, no conocía las preguntas de la consulta popular y su hermano se enteró de que había elecciones 24 horas antes de que se celebrasen.
A las 09:00 sonó el himno nacional y tras la inauguración a cargo de la cónsul de Madrid, Paula Noboa, y el embajador de Ecuador en España, Andrés Vallejo, María entró al recinto electoral. “Vengo porque quiero que haya seguridad y trabajo” dijo antes de dar sus documentos a los miembros de su mesa asignada.
Ella lo ha vivido. La falta de oportunidades laborales la ha expulsado dos veces del país. La primera en 1999. Se le juntó la aguda crisis económica que hasta el 2004 sacó de Ecuador a más de 628.000 personas, el fallecimiento de su padre y la separación de su pareja. Su cuñada la convenció de venir y el plan inicial era migrar juntas.
“No te pedían visa ni nada. Bastaba tener dinero y entrabas”. El proyecto sufrió un cambio. A su cuñada le negaron un préstamo con el que pretendía cubrir el viaje y María tuvo que aventurarse a venir sola a España.
11 años después juntó recursos y volvió a Ecuador. Ya tenía la nacionalidad española, pero quería estar con sus hijos y su mamá. “Allá en nuestro país hay vida. Te sientes alegre y te ves con la familia” comenta. Pudo solventar su sueño solo durante 7 años. “Mis ahorros se estaban acabando y tuve que regresarme” a pesar de que eso implicó dejar en Ecuador a sus hijos, la más pequeña de 5 años.
De las personas que más echa en falta es a su hija menor. Ha pensado en traerla, pero su trabajo en hostelería con turnos de hasta 12 horas le impide dedicarle la atención que la niña se merece.
María es una de las 179.137 ciudadanos ecuatorianos que están inscritos en el padrón electoral de España, el 43% de todos los votantes habilitados a sufragar en el exterior. Pero su caso no es el más común. La mayoría de compatriotas no acuden a los comicios electorales.
De hecho, en elecciones no presidenciales la participación media no supera el 25% de los convocados.
Este año la cifra fue aún más baja. Solo 1 de cada 5 llamados se presentaron a ejercer su derecho al voto, de acuerdo con datos facilitados por la Embajada de Ecuador en España.
Para el quevedeño Wilson Hurtado, quien también es de los casos poco frecuentes que acude a cuanta cita electoral ecuatoriana haya, esta marcada ausencia se debe a que con el pasar de los años muchos ecuatorianos pierden el interés en volver. “Ya no les importa mucho lo que pasa en Ecuador” indica.
Y aunque él tampoco proyecta ir a Ecuador más allá que durante sus vacaciones, sí que considera importante sufragar. “Estoy aquí porque siento que con mi voto aporto algo a mi país. Me siento conectado de esta forma”.
María ha sufragado ya. Dobla las papeletas que le fueron entregadas, recibe su certificado y sale a paso acelerado. No puede detenerse siquiera a comprar una humita o las decenas de platos que ecuatorianos ofrecían en el camino que la lleva hasta el metro.
En la cabeza de María está la idea de volver en unos años a Ecuador. Para entonces, pide que “no haya tanta delincuencia”. Mientras tanto, seguirá trabajando aquí y compartiendo la esperanza que albergan todo migrante que sueña con el retorno. Que Ecuador sea un lugar de trabajo, oportunidades y seguridad.