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El 14 de febrero no solo fue de amor de parejas
Este día no salió del típico motelazo en la urbe. Unos compraban sencillos presentes y otros gastaban algo más por almuerzos entre familia y amigos.
Este San Valentín, muchos guayaquileños dejaron de lado la pasión y el deseo para cambiarlo por tiempo especial con los que aprecian y acompañan todos los días. Aseguran que “amar es compartir” porque entre todos se dan afecto en esta fecha que no solo es para enamorados.
Ejemplo del amor filial, que ayer abundó en la ciudad, es la familia Jiménez Idrovo. Ellos, al no tener planes, improvisaron un almuerzo en un restaurante de la calle Panamá. Los cuatro integrantes de este núcleo, papá, mamá y las dos hijas, estaban emocionados al salir de la rutina y descansar.
Sin embargo, ellos recalcaron que forman parte de las familias peculiares. “Aquí aplica lo de los tuyos, los míos y los nuestros. Ella (la hija mayor) tiene 18 años y es solo de él. Mientras que ella (la hija menor) tiene 9 y es mía. Pero entre todos nos queremos que es lo importante” expresa María Antonieta Idrovo, madre de este grupo.
Ella dice que ya ni se acuerda cuánto tiempo tienen como familia, pero que ha sido bueno y que lo han disfrutado.
Por la misma razón estaba en el sitio Elizabeth Peña y cuatro compañeros de trabajo. Ellos decidieron salir a almorzar en un sitio bonito por el día especial. “Vamos a hacer como que nos queremos (entre risas) y aquí estamos. Comeremos algo rico, cambiamos de ambiente y aparte conversamos de algo que no sea trabajo” concluyó Elizabeth, colaboradora de la Mesa Cantonal de Derechos.
En medio de los negocios de la 17 y Portete estaba Kevin Iturralde adquiriendo un detalle para su esposa y madre de su hija. Afirma que tiene pensado hacer un asado con sus “dos mujeres” para tener una noche especial y no solo celebrar el amor de pareja. “Esta celebración es para todos los que se quieren, no importa si son pareja o amigos. La cosa es que debe haber aprecio” expresa el joven de 26 años.
Pocos metros más allá, el cariño de hija a madre también se robó el protagonismo ayer.
Ana Dávila, de 8 años, amaneció con la idea de llevarle “algo a su mamita”. La niña pidió ayuda a su padre, Pedro, y le confesó que en esta ocasión sería quien pagaría por el detalle. Ellos optaron por comprar un pequeño, pero significativo arreglo, según sus palabras.
“Yo le dije vamos, pero procuremos no gastar tanto porque la situación está complicada. Mire, ahorita solo gastamos $4,00 y hasta una rosita llevamos”, aclaró el padre de familia.
La niña, con orgullo, decía que el dinero era parte de su alcancía y que no le importó gastar porque era para la persona que le dio la vida. Su padre recalcaba que ella es el alma de la casa porque siempre tiene ideas que unen a los suyos.