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10 de Agosto: El casco colonial de Quito, donde conviven la historia y el trajín
El casco colonial de Quito fue el testigo de la gesta libertaria de 1809. Ahora los quiteños lo ‘habitan’ sin conocer todo lo que pasó antes de ellos
Han pasado 215 años desde el Primer Grito de Independencia. Las calles por las que se fraguó la gesta libertaria en el Centro Histórico de Quito ahora están llenas de gente, ventas informales, caminantes apurados, extranjeros admirando lo que para los quiteños resulta normal: la arquitectura colonial.
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Son siete espacios que Rina Artieda, investigadora histórica y gestora cultural, identifica. “Son sitios llenos de historia. Cada piedra es testigo de la gesta libertaria”, explica. Sin embargo, quienes transitan cerca de estos lugares no tienen mucha consciencia de ello.
1. LA CASA PARROQUIAL DE EL SAGRARIO
Ubicada en la García Moreno y Espejo. En el primer piso funciona un restaurante. Un joven venezolano vocea el menú. Allí se han colocado mesas, parasoles y luces para que los clientes disfruten del ‘paisaje’ colonial mientras comen. Sin embargo, en esas mismas paredes se fraguó lo que ahora conocemos como Primer Grito de Independencia. “Esta es la casa parroquial de El Sagrario, Manuela Cañizares vivió aquí con su hermana María”, cuenta Artieda.
En esa casa, Manuela Cañizares acogió a los patriotas la noche del 9 de agosto de 1809 y los animó para la revolución del día siguiente. Cabe resaltar que queda a media cuadra del palacio de Carondelet, donde en ese tiempo funcionó el Palacio Real de Quito.
Carlos Marcillo, uno de los clientes de la cafetería, cuenta que aunque ha ido varias veces no sabía que algo tan importante había pasado en ese inmueble. “Primera vez que oigo de esto. Esta casa ha tenido mucha historia”, dice un poco avergonzado. Esto incluso cuando hay una placa que relata estos hechos.
2. EL CENTRO CULTURAL METROPOLITANO
Está al frente de El Sagrario. Según Artieda, este sitio es importante porque la gesta libertaria no fue de unos meses. “Aquí funcionó la biblioteca jesuita y Eugenio Espejo fue quien estuvo a cargo”.
En 1795 fue apresado en ese edificio por los soldados reales acusado de sedición, ya que fue el mentalizador de las banderas rojas sobre las cruces de las iglesias del centro con el lema: “Liberi sto. Felicitatem et gloriam consecuunto” (Seamos libres, consigamos felicidad y gloria).
El hecho se constituyó en un hito en el camino hacia la emancipación, una manifestación pública y abierta de libertad en pleno régimen colonial. Carlos Marcillo, quiteño, reconoce que no conocía este detalle de la historia ni que en esos muros hayan pasado cosas tan importantes. “Yo solo sabía que ahí es la biblioteca. Le voy a contar a la familia”, agrega.
3. CAMPANARIO DE LA CATEDRAL
A las dos de la tarde del 2 de agosto de 1810 se tocaron las campanas de esta iglesia con un código diferente al habitual. Esa tarde se avisó a los barrios de Quito que entraran a los cuarteles reales para liberar a los patriotas. Aunque la intervención fue fallida. “Esta fue la mayor masacre que se pueda contar en Quito, pues fueron asesinadas 300 personas cuando la población era de 30.000. El 1 % de los habitantes fue aniquilado”, relata la investigadora.
4. MUSEO ALBERTO MENA CAAMAÑO
En los últimos años, las vallas de metal han pasado a ser parte del panorama de la Plaza Grande, eso impide que los visitantes lleguen directamente a la muestra permanente del Museo Alberto Mena Caamaño sobre la masacre del 2 de agosto de 1810. Ahí funcionó el Cuartel Real y fue a donde llevaron a los próceres de 1809 acusados de traición al rey de España.
Lilian Ñacato precisamente buscaba entrar con sus dos hijas. “Hace tiempo está cerrado, pero lo único que sabía es que había el museo”, dijo.
Explicó que lo único que sabe de la gesta libertaria es lo que le enseñaron en el colegio. “En realidad cosas básicas. Tampoco he estado consciente de que en estas calles pasó todo”.
5. LA IGLESIA DE SAN AGUSTÍN
En la Sala Capitular de la iglesia de San Agustín se firmó el acta de la Junta de Gobierno el 16 de agosto de 1809. En este sitio se encuentra todavía la Declaración de Independencia, la mesa y un sillón, tallado en pan de oro, que fueron utilizados para la firma del acta de libertad.
No solo eso, luego de la masacre del 2 de agosto fueron los padres agustinos quienes recogieron los cadáveres y los sepultaron en el convento, ubicado en las calles Chile y Guayaquil. “Incluso el obispo Cuero y Caicedo salió a decir que por Dios acaben con la matanza”, explica Artieda.
Rosángela Hinojosa trabaja al frente. “Sí he tenido consciencia de que estamos rodeados de historia, aunque estos detalles no los sabía”, comenta.
Conoce algunos de los museos y se ha interesado por saber más, aunque cree que la inseguridad es un factor en contra. “La gente ya no viene porque le da miedo, pero también sucede que no apreciamos lo que tenemos. Los extranjeros saben más”, espeta.
6. SAN BLAS
Esta plaza e iglesia marca el final del Centro Histórico. Allí los próceres del Primer Grito de Independencia se refugiaron durante el levantamiento de 1809. José Lincango se relaja en una de las bancas mientras espera a un familiar. “Siempre he pasado por aquí y no he tenido ni idea de que esta iglesia tenía que ver con todo eso”, dice el adulto mayor.
Tiene recuerdos, sí de su infancia y del mercado que funcionaba allí. “Creo que nos tendrían que enseñar mejor en la escuela. Hay cosas que no sabemos y las tenemos muy cerca”, opina.