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Guayaquil

Los 5 sectores con más basura en Guayaquil: Esta es la gravedad del problema
Guayaquil enfrenta una crisis visible: la basura se acumula en sectores como Los Esteros, Sauces 8 y 4, Martha de Roldós y La Floresta
La basura no solo huele: se ve, se siente y, en ciertos sectores de Guayaquil, hasta se escucha. Fundas que se rompen bajo el pico de una paloma, botellas de plástico que crujen bajo el sol, ramas resecas que se ‘fríen’ cuando los chamberos prenden fuego para rescatar el cobre de los cables.
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En algunos puntos de la ciudad, el desecho parece tener vida propia: crece, se reproduce y vuelve a aparecer apenas minutos después de haber sido retirado.
EXTRA recorrió los cinco sectores que, según Urvaseo —la empresa privada encargada de la recolección de basura—, presentan la mayor concentración de desechos: Los Esteros, Sauces 8, Sauces 4, ciudadela Martha de Roldós y La Floresta.
No se trata de un ‘ranking’, aclara Stefany Camacho, vocera de la compañía: todos comparten la misma característica, la suciedad. “La falta de conciencia ciudadana para disponer los desechos de acuerdo con sus horarios y frecuencias de recolección sigue siendo un desafío latente”, señala, y añade: “Una ciudad limpia no necesariamente es la que más se barre, es la que menos se ensucia”.
La Floresta: El redondel del basurero
La Floresta 1 parece una ciudadela común desde lejos, pero basta doblar por la avenida Alberto Spencer para que el aire cambie. A la altura de la calle Manuela Sáenz aparece un pequeño redondel, rodeado de seis árboles que intentan, sin éxito, disimular la hediondez que se aferra al lugar.
Los vecinos lo llaman ‘el redondel del basurero’, y con razón: colchones viejos, camas descascaradas, fundas abiertas, escombros, restos de comida fermentándose bajo el sol. Entre esa mezcla corretean perros flacos y palomas que picotean, disputando cada trozo.

El hedor es tan denso que parece pegarse a la ropa. En apenas diez minutos, al mediodía, varias personas lanzan bolsas en el mismo punto, pese a que el camión recolector había pasado solo un par de horas antes. También aparecen los chamberos revolviendo, hurgando y regando aún más los desechos.
“Más o menos aquí yo tengo viviendo 30 años, y he soportado este basurero todos los años”, cuenta René Yambay. Su esposa, Lucía Banchón, completa: “Aquí vienen esos chamberos a quemar cables, y entra humo negro a las casas. Eso es dañino para la salud. Uno no puede ni abrir las ventanas”.
El pequeño parque contiguo, impecable pero desierto, parece burlarse del caos del redondel. “Obviamente los niños no vienen a jugar. El olor a basura viene hasta acá y es insoportable”, se lamenta René, quien ya ha pedido en redes sociales al alcalde Aquiles Álvarez que cierre el redondel con rejas.
“Aquí nos tiene abandonados”, dice. Y añade algo lamentable: “Aquí hasta las fiestas las hacemos entre el mal olor. El 25 de julio pasado nos reunimos los vecinos con los niños… y toca celebrar entre la peste”.
No hay directiva barrial, apenas algunos vecinos como René, Cristóbal Viveros y Lucía que se enfrentan, cada tanto, a insultos o amenazas por reclamar. “Aquí lo que uno gana es enemigos. Una vez me dijeron que tome fotos y las mande, y yo les dije: ¿y la golpiza quién me la quita?”, cuenta René.
Los Esteros: El árbol navideño de desechos
En Los Esteros, frente al parque del Cayetano, un árbol plantado en el parterre central parece adornado para Navidad: a sus raíces se aferran fundas, cartones, restos de comida y hasta pañales, como si fueran ‘regalitos’ de desecho. Entre ellos, una decena de palomas picotea con desesperación, dejando un rastro de heces blancas sobre el asfalto caliente. Un hombre en situación de calle se les une, revolviendo con sus manos sucias en busca de algo que pueda vender.

“Tengo tres años viviendo aquí y siempre ha estado así”, cuenta Wellington Avilés, vecino. “Parece poco lo que ve ahora, pero en la noche se hace un muro de basura. Es terrible caminar con mi hija por aquí”.
José Vásquez, otro residente, propone soluciones que parecen lejanas, pero posibles: “Aquí hacen falta contenedores como en Estados Unidos, que vienen los camiones y levantan todo. Hay que cambiar el sistema, hacer un plan integral, no solo aquí, en toda la ciudad”.
La Martha de Roldós: La L pestilente
En el sector de Juan Tanca Marengo, dentro de la ciudadela Martha de Roldós, hay una extensa calle en forma de L que parece un vertedero. Cada 100 metros hay un nuevo punto de acumulación: colchones, escombros y hasta aceras que sirven de cama para personas en situación de calle, que en la visita de EXTRA sumaban diez.

Pablo Ramos, vecino, dice que el carro de basura pasa martes, jueves y sábados, “pero la gente bota apenas pasa el carro”. “Aquí es como el centro de la basura”, resume Pablo. Cree que solo con cámaras y sanciones se frenará la contaminación. “Si no, vamos a seguir igual”.
Sauces 8: advertencias ignoradas
En Sauces 8 la basura parece más contenida, pero basta mirar bien para notar el relajo. Afuera de un estacionamiento, un cartel advierte: “Prohibido botar basura. Está siendo grabado”. Justo debajo, como una provocación, alguien ha dejado fundas abiertas y basura dispersa.

Mercedes Triviño, dueña de un bazar cercano, explica la trampa: “Aquí vienen de otros lados a botar. A veces botan hasta animales muertos. El olor se mete a mi local. Las cámaras que dejó la administración pasada de la Alcaldía ya no sirven, y nadie vigila. Aquí todo el mundo hace lo que le da la gana. Aquí no hay alcalde, no hay orden”.
Sauces 4: la basura que despierta de noche
A plena luz del día, Sauces 4 parece tranquila, pero la noche revela su verdadero rostro. “Esto en la noche es un basurero completo, se hace una porquería. El olor es fuerte, sobre todo cuando vienen los perros y los chamberos y abren las fundas”, dice Julio Vera, morador.

Durante una visita nocturna, un equipo de EXTRA vio cómo un hombre vaciaba su tacho directamente en la calle, con absoluta normalidad, pese a que las demás fundas estaban ordenadas. “Sauces, en general, es de las zonas con más basura y más escombros en Guayaquil”, añade Julio.
Y mientras Urvaseo redobla campañas para educar, los vecinos esperan algo más que limpieza: esperan justicia y, sobre todo, vigilancia.
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